Sobrevivió a "una interrupción tardía del embarazo".

La madre de «Rivanolito» tenía 35 años de edad y varios hijos cuando quedó embarazada. Por todo esto, y por la posibilidad de que el niño presentara alguna malformación congénita u otra anomalía como el Síndrome de Down, el médico aconsejó el aborto.

Fue así que la madre decidió someterse a un método de interrupción tardía del embarazo que consiste en administrar a la embarazada, a través del cuello del útero mediante una sonda, una sustancia de color amarillo mostaza llamada «Rivanol», la cual produce fuertes contracciones y provoca la expulsión del niño fuera del claustro materno. Con frecuencia éste nace vivo y llorando.

Sin embargo, el día que esta señora fue sometida al método, la enfermera habitual de esa sala no fue a trabajar y en su lugar se encontraba otra que no tenía experiencia en esta clase de trabajo. Cuando la enfermera vio que la mujer expulsó «el producto de la concepción» (así llaman los médicos de estos centros a los niños abortados) y escuchó su llanto, no hizo lo habitual en estos casos, que es abandonar al niño para que por su inmadurez pulmonar muera rápidamente. Enternecida, corrió con él en brazos al Departamento de Cuidados Intensivos de Neonatología donde se encontraba de guardia un médico provida que dio al niño el tratamiento adecuado. «Rivanolito» es hoy un adolescente que asiste a la escuela secundaria, sólo padece asma en grado leve y continúa atendiéndose con el médico que le salvó de la muerte.

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